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Puede que las niñas no deban decir sí


-Corre, ¿Es que no te das cuenta? Creo que llegamos demasiado tarde ya.

-No te preocupes adorable mortal, ellos hoy estarán de nuestro lado.

Quién diría que eso de tener que defender un caso como este en el Olimpo sería tarea fácil, pero contaba esta vez con el apoyo de Atenea de ojos glaucos, aunque temía que Ares, en su deseo de nuevos conflictos, arruinarla la felicidad de la pobre Francisca.

-¿Y si no llegamos a tiempo y doña Irene ha ofrecido ya en matrimonio a la pobre desdichada de Francisca?

-Por eso tenemos que llegar al Olimpo. Allí expondrás su caso con astucia, verás cómo los dioses te favorecen.

La maratón era una simple carrera de chiquillos, comparado con el largo camino hacia la morada de los dioses. Ellos, al ser inmortales y poseer una fuerza superior a la humana, no notaban las agujetas que estaban ya asentadas en mis piernas tras acabar de recorrer los interminables pasillos, y subir todos y cada uno de los escalones que conducían al Olimpo.

El soberano juez y dios del rayo, Zeus, se encontraba sentado ya en su gran trono marmóreo. El jurado popular, en cambio, formado por innumerables divinidades, esperaba impaciente en sus asientos. Ares acompañado por doña Irene se deleitaba con la idea de que el poderoso Zeus se decantara a su favor.

-No te preocupes Francisca –susurré exhausta al verla temblar impaciente- yo defenderé tu caso.

Zeus con un sutil gesto me indicó que debía comenzar con mi alegato.

-Verá, señor, el caso es que Francisca, esta joven muchacha de apenas dieciséis años, se ve obligada moralmente a contraer matrimonio con el señor que ha escogido su madre…

-¿Y no hay mejor elección que la de una madre? ¿Quién mejor que ella para decirle con quien debe casarse? –Comentó Ares pletórico-

-Pero señor, ella acaba de salir del convento y bueno, ella…

-Ella debe casarse con don Diego –respondió Ares impaciente- Por lo que dice doña Irene, él la ofrece la sabiduría de un hombre de sesenta años. Se niega a ver a su hija junto con un joven de su edad.

Las lágrimas recorrían silenciosas, las dulces mejillas de Francisca. La compadecía e incluso la entendía, pero no encontraba mejor forma de defenderla.

-Creo –dije alzando la voz- que se debería escuchar la voz de Francisca, pues aunque pidió a su madre que la sacase del convento en el cual vivía, lo hizo por uno de los motivos más bellos que podría haber.

-Contraer matrimonio. Como buena hija debe complacer a su madre, ¿qué motivo podría haber si no?

-El amor señor –contesté mirando a Zeus, aunque noté que la mirada de Afrodita se centraba en mi argumento- Francisca, inocente, se debe fiel a su madre, pero por pocos es sabido que aunque su fidelidad se la deba a ella, su corazón le pertenece al joven don Carlos, para el que no lo sepa, sobrino de don Diego. ¿Cómo podría casarse con don Diego, familia directa de su amado Carlos, sintiendo el amor que siente por éste último?

-¿Y donde se halla el supuesto amante?

-Junto a su tío, esperando ambos la aprobación de doña Irene, y digo ambos, ya que don Diego está enterado del amorío de Francisca y su sobrino, es más, puede que resignado, pero tras descubrir el amor que sienten ambos, y comprobar él mismo que su sobrino la ama de verdad, está a favor de que ambos se casen y sean felices.

Sentí que la mirada de Afrodita no era la única que procedía del jurado y se posaba en mí, pero sabía que la sonrisa que me dedicó Atenea era una buena señal. Ares enfurecido, trataba de crear un argumento, pero no era característica de él la inteligencia, por lo que, furioso, se limitó a abandonar la sala tras un gran estruendo.

El jurado le entregó a Zeus su votación, al parecer unánime y Zeus se decantó a favor del amor de los jóvenes Carlos y Francisca.

-Si llego a saber a ciencia cierta que los oráculos no se equivocan, no habría sufrido tanto defendiendo este caso.



Abogada: A.Massanek
Acusada: Francisca
Colaboración divina: Zeus, Ares, Afrodita y Atenea
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Creatividad: 3/5
Trama: 4/5
Personajes: 5/5
Escritura: 5/5
Romance: 4/5
Final: 4/5
Puntuación final: 4/5
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Novela: El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín

ESCRITO POR A.Massanek

Pertenece a esa rara raza de humanos que nacen con notas musicales corriendo por sus venas. Así pues vive en un loft en el Imaginario musical, compartiendo bloque con chicos que viven de 11 en 11 y algún dios que pasa sus vacaciones fuera del Olimpo

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2 comentarios:

  1. ¡Tenemos boda! xDDDDD

    No conocía el libro...

    Muy buena tu primera reseña :D

    ¡Besos!

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  2. Yo tampoco conocía el libro, está muy bien la reseña, ya le echaré un vistazo.
    Besos

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